
Es un susurro lejano,
como el viento entre las ramas…
pero va adquiriendo
cadencia de latido…
Oscila, es ronco,
para,
y vuelve a empezar.
Sopla, gime,
va y viene…
cada vez más hondo,
hasta que se siente en el diafragma
como un tambor gigante.
Sopla
como el fuelle de una fragua.
Silba
como la llama de un incendio.
Rechina
como la llave de un baúl.
Jadea en cada golpe,
gime en cada pausa,
cruje en cada empuje…
Rompe la calma del bosque…
Más rápido,
más áspero,
mas ronco…
Las cañas del estanque
vibran como flautas.
El ojo fijo del sapo
sigue el vuelo de las libélulas.
Pero no bailan su baile.
Y se queda solo.
Solo,
con su flauta.
3 comentarios:
Pobre sapo!!! Es lo que pasa por ser tan feo, tan viscoso y tan brusco, ruidoso, penoso, asqueroso.........
Tu poema, muy logrado.
Besos
Como dice Esme, el sapo sería asqueroso...hasta que le has hecho este poema. Ahora uno y otro me parecen maravillosos.
Un abrazo
Me da penita: se queda solo con su flauta, con lo bonita que es y lo bien que le sienta.
Lindo y dulce como tú, el poema.
Besos
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