viernes, 28 de enero de 2011

LA SOLEDAD TIENE SU TRUCO




Un rayo de sol
le cosquilleó la nariz.

Frunció los ojos
antes de abrirlos
y se desperezó,
deslumbrado por el hilo de luz
que parecía perseguir
su pestañas.

Pardeó para apartarlo
y giró
hundiendo la cara
en la almohada.

Olía a sueño
y a despertar lento.

Rodó como un gato
y se levantó.

Se acercó a la ventana
y miró el jardín.

Las cañas del estanque
repiqueteaban
tañidas por la suave brisa
que peinaba la hierba alta,

Abrió los brazos,
se rodeó los hombros,
y se abrazó.

Hacía tiempo
que había aprendido el truco
que le hacía creer
que no estaba solo.