viernes, 27 de febrero de 2009

SIN TITULO


El tiempo
se estira,
se extiende,
se alarga.

Como si fuesen de goma
las horas
se doblan,
se enroscan,
se pegan.

Horas pegajosas,
tiempo derretido,
cayendo
gota
a
gota
sobre la almohada del sueño,
blanda,
suave,
ligera,

llega…

jueves, 19 de febrero de 2009

¡AMANECE!

Que amanecer de seda!

El sol
suave
no se atreve
a salir del todo

Y el aire
vibra
como si un coro
de grillos tañese sus campanas

Un zumbido de libélulas
somnolientas
me recorre la médula
desde la nuca

Siento un escalofrío

¡Y el rojo
vence al violeta!

lunes, 16 de febrero de 2009

LUZ DE OTOÑO


(Aunque sea Invierno)


Brilla

sin hacer daño.

Ilumina

y no se ve.

Avanza suave,

adentrándose

en la penumbra.

Susurra,

acaricia,

acuna…


Huele

a luz de Otoño.

domingo, 15 de febrero de 2009

MICROHISTORIA DE AMOR

Miras.

Miro.

Tocas.

Siento.

Hablas…


Lo siento.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Piso la alfombra
y cede,
y cede más.

Me hundo
entre la lana
caliente
y el crujir
de maderas.

Me hundo
rodeada de flecos,
de flores,
de migas.

Huele a estufa,
a zapatillas,
a café.

Los nudos me abrazan
y sigo naufragando,
el algodón al cuello.

La trama pasando
sobre mi cabeza.

Me sumerjo
y se cierra sobre mí.

Y no queda nadie

en el salón.

domingo, 8 de febrero de 2009

PRIMAVERA EN SEPTIEMBRE

Tarde húmeda.

Yo quería saber.

Tú querías saber.

Los dos queríamos conocer.

Y conocernos.

Y en el rincón del árbol,
mientras el duende vigilaba,
nos conocimos.

Nos exploramos.

Nos descubrimos.

En el rincón
húmedo y oscuro,
bajo el árbol
húmedo,
sobre la tierra
húmeda,
bajo un cielo húmedo,
a escondidas,

en voz baja,

sin hacer ruido,

sólo iluminados
por las sonrisas,

sólo guiados
por la curiosidad,

nos cogimos de la mano

y doblamos
la esquina de la inocencia.

sábado, 7 de febrero de 2009

200 AÑOS DEL NACIMIENTO DE EDGAR ALLAN POE

“Dijo el cuervo:
¡Nunca más!”
(Edgar Allan Poe)


Y cayó la niebla,

y llovió,
y llovió,

hasta que las burbujas
horadaron el barro.

La noche duraba días,
y los días se cubrían de liquen.

Llovía.

Llovía.

Llovía
y olía a moho.

Y una mañana,

el poeta se despertó,

¡Y no llovía!

El sol

sacaba chispitas del pantano,
que parecía un estanque.

Una caricia tibia
le rozó el rostro.

Olía a tierra,

a hierba…

A aire.

La puerta estaba abierta

y salió.

Y el cuervo no estaba,

nunca más.