
Cuando Raquel se levantó
convencida de que el amanecer
solo sirve para medir los huesos
y se le enturbiaban los costados
con algún maldecir
ocurrió lo extraordinario:
llovieron ranas,
todas verdes, lustrosas, húmedas,
a sus pies charquitos crisopacio
y al amainar un coro cantor
la que arribó a sus senos
por supuesto
estaba encantada.
Y la Raquel de mirar la mañana
con otros ojos
liberada del dolor en los flancos
y fuelles esmeralda
pensó:
"que luevan vacas"
(Pensaba en el hambre de los suyos
en interminables quesos
en botas de caña)
y vacas llovieron
muuuuchass
como muuuuurciélagos desmayados
destruyendo el paisaje
los muuuuros que Raquel conocía
en el deseo no formuuuuló - domésticas -
y muuuurió corneada por la más salvaje
que le decia:
¿ves? estas son las verdaderas dimensiones
de tus huesos.
Julio Obeso.

(Gracias)
3 comentarios:
¿Alguna vez te dije que eres un cielo? Pues queda dicho. Me alegro que uno de mis poemas esté entre tu colección de vacas; nunca lo conseguirás con un poema de Armando, porque son todos verdes y las vacas se lo comerían.Es lo que hay.
Besazo y muchas gracias.
Julio
Qué bonito poema, traido aquí. Julio tiene una magia especial. Me ha gustado mucho.
Llueven ranas y vacas, todo un campo multicolor.
Se me hizo corta tu visita al pueblo; espero que a la próxima tengamos más oportunidades de charlar un ratito.
Un besazo Candi
Ingeniosos y bellos versos que me harán volver. Un abrazo.
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