lunes, 28 de marzo de 2011

OTRO DESIERTO (Con la huellas de Javier Almuzara)




Las espinas se secan alrededor de la mesa…

Un soplo ardiente alza una servilleta
que cae temblando entre los silencios que,
frente a frente, se miran sin verse.

Un horizonte cambiante de dunas
se escurre entre las mesas.
La arena se cuela en los zapatos de los beduinos
con pajarita.
El suelo, áspero, rechina.

El oasis de una bandeja de aluminio
refleja un sol halógeno.

Las dos cabezas ciegas
siguen ahí:

Ante su oasis seco de café negro
y palmera.

El desierto vertical se alza
como un muro ondulante y traslúcido.

Un simún ácido de tabacos
forma remolinos de serrín que se apila
en las esquinas.

Las palabras arañan,
se enganchan en la laringe.

No hay agua que las ayude a avanzar.

Ella escruta nerviosa el plano
de la carta de cócteles
con la esperanza de descifrar las claves
que la guíen a la salida.

Pero cuando alza la vista, los ojos del lagarto
repiten:

“ESTA USTED AQUÍ”.


3 comentarios:

escuchando palabras dijo...

Supongo q debe estarlo, todos dejamos huellas, q tengas una buena semana, besos

E. Martí dijo...

Ummm ese desierto tan sugerente y esos ojos de cocodrilo deshaciendo el espejismo
Precioso
Bs

Candi dijo...

Esas palabras arañando y dejando esas huellas que ayudan en el desierto a encontrar la luz.
Magnífico poema como siempre.
Besos

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