
Se despertó
con la almohada mojada.
Los ojos le picaban
y soñó que lloraba.
Se puso una mano en el pecho
y constató que aún seguí allí.
Vivo.
Sus ojos,
su pelo,
su voz,
dolían como el primer día.
Pero
¿Cómo era posible?
Si no le daba de comer,
si no había agua,
si estaba frió…
Creía que había acabado con él.
porque hacía tiempo
que no sentía nada.
Pero había noches,
que lo oía toser en los latidos impares,
que lo olía,
que lo sentía arañar
su caja torácica…
¿Nunca se iría del todo?
Cerró los ojos,
y respiró hondo,
hondo,
hasta que le pinchó en las costillas
la última bocanada.
Y recordó
que hay cocodrilos que viven en el desierto
mucho después de que se evaporase el mar.
