martes, 4 de agosto de 2009

¡QUE LLUEVAN VACAS!

(Regalo de Julio para mi colección de vacas)




Cuando Raquel se levantó
convencida de que el amanecer
solo sirve para medir los huesos
y se le enturbiaban los costados
con algún maldecir
ocurrió lo extraordinario:
llovieron ranas,
todas verdes, lustrosas, húmedas,
a sus pies charquitos crisopacio
y al amainar un coro cantor
la que arribó a sus senos
por supuesto
estaba encantada.
Y la Raquel de mirar la mañana
con otros ojos
liberada del dolor en los flancos
y fuelles esmeralda
pensó:

"que luevan vacas"

(Pensaba en el hambre de los suyos
en interminables quesos
en botas de caña)

y vacas llovieron
muuuuchass
como muuuuurciélagos desmayados
destruyendo el paisaje
los muuuuros que Raquel conocía
en el deseo no formuuuuló - domésticas -
y muuuurió corneada por la más salvaje
que le decia:
¿ves? estas son las verdaderas dimensiones
de tus huesos.

Julio Obeso.



(Gracias)