Tarde húmeda.
Yo quería saber.
Tú querías saber.
Los dos queríamos conocer.
Y conocernos.
Y en el rincón del árbol,
mientras el duende vigilaba,
nos conocimos.
Nos exploramos.
Nos descubrimos.
En el rincón
húmedo y oscuro,
bajo el árbol
húmedo,
sobre la tierra
húmeda,
bajo un cielo húmedo,
a escondidas,
en voz baja,
sin hacer ruido,
sólo iluminados
por las sonrisas,
sólo guiados
por la curiosidad,
nos cogimos de la mano
y doblamos
la esquina de la inocencia.
domingo, 8 de febrero de 2009
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1 comentarios:
Nunca se olvida el dia en que uno dobla la esquina de la inocencia. La curiosidad es innata al ser humano.
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