miércoles, 11 de febrero de 2009

Piso la alfombra
y cede,
y cede más.

Me hundo
entre la lana
caliente
y el crujir
de maderas.

Me hundo
rodeada de flecos,
de flores,
de migas.

Huele a estufa,
a zapatillas,
a café.

Los nudos me abrazan
y sigo naufragando,
el algodón al cuello.

La trama pasando
sobre mi cabeza.

Me sumerjo
y se cierra sobre mí.

Y no queda nadie

en el salón.

1 comentarios:

E. Martí dijo...

No queda nadie en el salon pero te acompañan todos los fantasmas posibles.
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